miércoles, 12 de agosto de 2015

Carta a una íntima amiga

Querida amiga:
Hoy, mientras vagaba por mis recuerdos y mis pensamientos, se me ocurrió la idea de escribirte una carta especial. No es nada importante, simplemente quería agradecerte todo lo que has hecho por mí y que nunca te has separado de mi lado desde que nos conocimos.

¿Te acuerdas del día que nos conocimos? Sé que sí te acuerdas pero me gustaría recordar aquel día en estas palabras. Estaba en el parvulario, jugando en el patio en la hora de recreo, el día estaba nublado y había llovido antes. Entonces, me acerqué a aquel charco y me empujaron en él, acabé completamente empapada y hacía mucho frío. Entonces, de repente, apareciste tú y me tendiste tu mano y me ayudaste a levantar. Desde entonces, las dos supimos en cierto modo que esto iba a ser para siempre, que nada ni nadie nos separaría; y así fue, nada nos separó desde aquel humillante momento.

Desde aquel día, empezamos a compartirlo todo: Nuestro primer libro de cuentos, nuestras meriendas, etc. E incluso hemos pasado muchos momentos, tanto buenos como amargos, aunque más de los segundos. Pero no me importa, siempre estabas tú ahí para ayudarme, protegerme y abrazarme. Me sentía y me siento tan segura a tu lado...

Siempre has estado en todos los acontecimientos de mi vida y me has dado tu calor y tu cariño, y aunque a veces he conocido a otras personas y te he dejado de lado, cuando éstas se han ido por su camino, con solo llamarte tú volvías a mi lado perdonándolo todo y con una sonrisa en la cara porque volvías a estar conmigo.

Me has hecho muy feliz y quería agradecerte en esta pequeña misiva todo lo que has hecho por mí todos estos años atrás y ver todos otros nuevos recuerdos que nos esperarán en un futuro juntas. Que sé de antemano que vamos a tener más momentos.

La verdad, me encanta hacer todo contigo, sobre todo cuando nos quedamos leyendo hasta la madrugada en el alféizar de la ventana mientras la Luna nos ilumina con su bella y melancólica luz que nos hace perder la razón. 

Si alguna vez me faltas, moveré cielo y tierra para buscarte un momentito y tener tu compañía, ya que has estado conmigo cuando he reído, he llorado, cuando he sentido rabia, ira, miedo, cuando he tenido pesadillas...

Nunca pensé que conocería a alguien tan leal como tú, generosa, cariñosa, alegre dentro de tu tristeza. Realmente, a medida que íbamos creciendo, no entendía por qué nadie quería estar contigo ni tener amistad. Eres bastante triste, lo sabes, lo mismo que sabes que te conozco bastante bien y te escribo estas palabras con todo el cariño del mundo; pero quiero que sepas que aunque tengas un carácter triste, eres quien me ha dado los momentos más felices de mi vida porque al fin y al cabo, tú siempre me has tendido tu mano y tu compañía siempre y eso es algo que te tendré agradecida toda la vida. Eres la amiga inseparable que todo el mundo querría tener y también quisiera que sepas que la gente habla mal de nosotras porque estamos muy unidas. No dejan de malmeter con sus lenguas llenas de veneno. Sé que te da igual lo que digan, a mí también, solo quiero que seamos amigas siempre, aunque por lo que gira en torno a mi alrededor, sé que no nos separaremos y que envejeceremos juntas.

Me despido de ti, mi fiel amiga, espero que mis palabras escritas te gusten y que las conserves siempre, te aprecio y gracias por tus momentos. 

Con mucho cariño para ti, mi querida amiga inseparable: SOLEDAD.

No hay comentarios:

Publicar un comentario